Karl-Anthony Towns fue uno de los rostros del impacto del Covid en la NBA durante el primer tramo de la pandemia. Sus padres se contagiaron, y mientras que su padre se recuperó, su madre acabó muriendo después de caer en coma en abril. El pívot de origen dominicano, número 1 del draft de 2015, compartió en aquel momento su dolor en las redes sociales, y lo hizo compartiendo un mensaje que había recibido de su madre, Jacqueline, la pasada Navidad: “Parece que cerré los ojos por un momento y de repente había un hombre donde solía haber un niño. Ya no puedo llevarte en mis brazos, pero siempre te llevaré en mi corazón. Eres el regalo más dulce que me ha dado la vida”.Todo en Comprar camisetas de nba baratas. contacta y pide información. tenemos mas equipos, mas tallas, mas modelos, mejores precios, servicios, tipos de envíos, formas de pago. por algo somos nº1 en ventas desde hace 10 años
Después del fallecimiento de su madre, la enfermedad ha seguido impactando al pívot, gran estrella y jugador franquicia de los Timberwolves en los que coincidirán este año Ricky Rubio y Juancho Hernangómez: otros seis de sus seres queridos han fallecido durante la pandemia.Encontrarás todas las camisetas personalizadas y ropa de entrenameinto de todos los Camiseta Minnesota Timberwolves Baratas.
Ahora Towns (25 años) se prepara para la temporada 2020-21, que será la sexta para él en la NBA (ha sido dos veces all star). Pero, en el arranque del training camp de los Wolves, no ha tenido problemas en reconocer que la vida real no es una película de Hollywood ni una historia con una gran moraleja, y que no se encuentra en una situación positiva desde el punto de vista anímico: “No me he sentido bien anímicamente desde que esa mujer fue ingresada en el hospital”, dijo en referencia a su madre, “y cada día se hace más y más difícil a medida que voy perdiendo gente y las cosas se siguen sucediendo”.
El periodista Jon Krawczynski, que cubre a los Timberwolves para The Athletic, recoge las palabas de Towns durante su primera comparecencia (telemática: por Zoom) ante los medios en nueve meses y en el regreso de unos Wolves que no estuvieron entre los equipos clasificados para la burbuja de Florida y que llevan sin jugar un partido oficial desde marzo: “Me gusta jugar al baloncesto porque me encanta que miembros de mi familia vengan a verme hacer algo en lo que soy bueno, en lo que tengo éxito. Siempre me hacía sonreír ver a mi madre en primera fila de los pabellones, pasándoselo bien viéndome jugar. Ahora va ser mucho más difícil hacerlo. Me resulta difícil hablar de esto como si fuera una terapia. No creo que esto vaya a ser nunca una terapia para mí. Pero al menos me hace recordar algunos buenos momentos. Supongo que esa es la única terapia que voy a extraer de ello. No creo que me vaya a ayudar emocionalmente ni nada de eso”.
El base D’Angelo Russell, la otra figura de los Wolves y un buen amigo de Towns, asegura que vamos a ver en la NBA a un jugador muy distinto esta temporada y que ha quedado atrás que era un pívot lleno de talento pero de carácter un tanto dócil, blando desde un punto de vista competitivo: “Creo que vais a ver a un killer… creo que su mentalidad va a cambiar mucho. Va a jugar con una energía distinta y eso va a hacernos las cosas más fáciles a todos los demás”. El propio Towns parece apuntar en una dirección similar: “Creo que la vida me ha endurecido un poco, sí. Me ha dado una lección de humildad”.
Los padres de Towns contrajeron el Covid en New Jersey, la región donde nación Towns. Su padre, Karl, se recuperó, pero su madre, Jackie, dominicana y verdadera ancla de la familia del pívot, murió el 13 de abril. Después, siguieron sucediéndose las desgracias entre los suyos: “He visto muchos ataúdes en los últimos siete u ocho meses, y he visto a mucha gente de mi familia contraer esta enfermedad. Soy el que se sigue preguntando cómo puedo ayudar a que estén sanos y seguros, siento como una responsabilidad personal que mi familia esté bien informada, dar los pasos necesarios para que todos sigan vivos”.
En los Wolves tratan de arrapar al jugador, que ha pasado en la franquicia de Minneapolis toda su carrera NBA. Su entrenador, Ryan Saunders, tiene solo 34 años. Y tenía 29 cuando murió su padre, el emblemático Flip Saunders que es una de las figuras más importantes en la historia de los Wolves (los entrenó entre 1995 y 2005 y otra vez entre 2014 y 2015, antes de su muerte): “Cuando se fue mi padre quería apartarme de todo. Irme, entrenar a un equipo de instituto y dedicar el resto del tiempo a pescar, a alejarme, a vivir recluido”. También Ricky Rubio ha tenido que lidiar muy joven, a los 25 años, con la muerte de su madre. Krawczynski recuerda la conversación que tuvo después de los Juegos de Río con el base español, vivió un trance de depresión y culpa durante la que todavía era su primera etapa (2011-17) en unos Wolves a los que regresa ahora, traspasado, con 30 años: “Muchas noches de la temporada para mí son un infierno. Me levanto no sé ni dónde, tal vez Sacramento, Los Ángeles…, en medio de la noche, solo en una habitación de hotel y preguntándome qué hago allí y si todo eso merece realmente la pena”.